¿Qué significa Intencionar?
Los elementos de una intención alineada a nuestro dharma y nuestros procesos internos.
Cuenta Regresiva < a 40 días >
ANANTA FEB 2025 - YTT EN VARKALA, INDIA
La navidad no es una festividad que celebremos mucho en familia, o a la que le aportemos algún significado en especial; tampoco tengo recuerdos que me hayan marcado tanto, solo están guardados los que en mi niñez tuve al ir a alguna cena navideña con mis primos y obviamente la emoción de encontrar los regalos que dejaba Santa Claus. Ya como adulto he orientado estas fechas para recargarme más que para agradecer, para hacer una pausa más que para co-crear, para bajarle el ruido mental más que dejarme llevar por la definición de metas. No digo que deje de lado ese agradecimiento, que no dedique tiempo a cierta planeación para un nuevo año o que deje de usar mi energía creativa; el día a día continua y toca entregar de ello en congruencia con mis ritmos y mi proceso introspectivo.
Conforme los años pasaron, he llegado a creer que este periodo va más allá de sentarme a definir los propósitos de un nuevo año, que va más allá de alinearse energéticamente con el cambio de estación de otoño a invierno, que va más allá de crear un vision board para manifestar lo que quiero atraer a mi vida, que va más allá del journaling para recapitular lo que aprendí o lo que quisiera mejorar de mí para una nueva etapa. Para mí, este periodo se trata de una manifestación de aquel “elemento” que mi espíritu quiere despertar y encarnar, más allá de lo que mi mente y cuerpo requieren, se trata de escucharme y provocar un cambio profundo.
Descubrí que era un camino de introspección que, en mi caso no comenzaba particularmente en estas fechas, comprendí que lo recorría inconscientemente con semanas de anticipación y que normalmente coincidía con un periodo fuerte de entrega de mi energía a los proyectos en los que colaboraba. He buscado en los últimos años vivirlo lo más consciente posible para con mis emociones, para que cuando llega este momento del año ya venga con lecciones integradas y que “solo” me toque rendirme a sentir y estar atento a las sincronías que esos días regalan.
Hoy pareciera que me adelanto a todo el trabajo al que estamos acostumbrados a dedicarle en este cierre de año y entro a estas fechas con intenciones que son más congruentes con aquellos anhelos del alma. A diferencia de años en los que no hacía ese trabajo interno, he notado la gran diferencia cuando aplicaba con ligereza las distintas herramientas o cuando solo enlistaba con entusiasmo mis propósitos sin notar su verdadera esencia ni origen. Aprendí a hacerlo diferente y esto lo he logrado gracias a la sabiduría del yoga que me ha acompañado desde el movimiento, la presencia y la conexión para con mis intenciones.
Sobre las intenciones y cómo brotan para manifestarse
Desde 2022, y gracias a mi maestra de yoga —Andrea, esta temporada la he tomado para Cerrar como quiero empezar. Noté un punto de inflexión cuando tomé un programa de 2 meses (con el mismo nombre) y cuando, por su recomendación, leí el libro de Intention de Andrew Wallas, del que ya te he citado varias cosas en publicaciones anteriores (encuentra algunas de ellas al final de esta reflexión).
En dicho programa Andrea nos enseñó qué significa intencionar, a través de distintos audios, meditaciones, ejercicios de journaling y clases de vinyasa. Una intención es la semilla que, como describe Andrew Wallas, debe plantarse en tierra fértil (preparando ese terreno con los espacios y nutrientes adecuados), debe cuidarse con amor, ligereza y paciencia, debe dejarse crecer hacia donde quiera brotar. Por 8 semanas descubrimos cómo conectar con esa semilla que representa una intención alineada con nuestro cuerpo, con nuestra energía creativa, con nuestro propósito. Este proceso transformó mi forma de vivir y actuar.
Al inicio de cada clase poníamos una intención, ese Sankalpa que llevaríamos en cada postura, en cada respiración, en la devoción del momento presente. Una intención que brota desde una conexión activa, en armonía y en presencia entre el cuerpo, la mente y el alma. Ese acto servía para ir creando el espacio interno, el jardín de nuestro corazón en el que plantamos cada semilla, conscientes de las raíces que crecerían semana a semana, conscientes de la maleza que tendríamos que remover (soltando aquello que ya no era para nosotros), conscientes de dejar que esa intención creciera a donde tuviera que llegar sin aferrarse a una meta en particular, dejar que la intención se manifestara en nuestro corazón sin definir los frutos que esta daría, correspondiéndole con un compromiso a nutrirla.
Una intención es la semilla de ese poder auténtico que se impulsa en nuestro interior hacia la particular dirección de lo que buscamos co-crear. ¿Co-crear con quién o qué? Una intención es una expresión de esa energía divina que te invita a confiar en que te sostiene, que sabe cuáles son esos frutos de la manifestación más auténtica de lo que tu alma viene a hacer en la vida en este plano físico. Intencionar es llevar a la acción una energía que refleje dicha esencia divina.
Además Andrew Wallas señala que algo clave al intencionar es elegir su semilla por su calidad, es decir no hacerlo por cualquier idea o deseo material o del ego, sino elegir alineados a nuestra verdad interna y esa fuerza divina de la que ahora somos conscientes. Que para que brote nuestra intención habría que plantarla en el lugar más adecuado para su crecimiento o prepararle ese terreno fértil, darle sus nutrientes (su agua y su luz del sol), librarle de malas hierbas que le impidan crecer, dejar que fluyan hacia donde quieran crecer y por último cosechar.



Conforme viví y entendí ese proceso, supe que tenía que llevarlo más allá de la duración de ese programa o de las páginas de ese libro. Es por ello que en los últimos años, la calidad de las semillas que he elegido han tenido que ver con mi proceso de evolución, con lo que mi cuerpo me hablaba, con las provocaciones a cambios internos, con las herramientas que tenía a mi favor, con la alineación a mi propósito, con abrirme a las infinitas posibilidades, reconociendo su conexión con lo divino y con lo que mi intuición me pedía guiarme.
Para darte un ejemplo, te comparto mis intenciones de los últimos años. En ellas hay una acción que representa mi práctica para que brote, hay una raíz desde la que brotarán mis acciones, hay una dirección o ruta de crecimiento para esa semilla. Según mi journaling, estas intenciones han sido las siguientes:
2022: “Embarcarme en un Viaje al exterior que se refleje en el interior”.
2023: “Reconectar con mi Propósito diseñando una vida sin tanta prisa.”
2024: “Dar mayores Saltos de Consciencia hacia una vida más abundante”.
2025: “Conectar con mi Fuego interno que ilumine mi viaje hacia el infinito”.
Para que brotarán llegaron diversos nutrientes, en forma de invitaciones que mi mi intuición acercó a mi cuerpo y alma y que por ello tuve la apertura a recibirlos. Me permitieron honrar y cumplir mis intenciones en la medida de lo posible, algunos de ellos los conoces ya en varios de mis escritos o en el diseño de mis rutinas conscientes: escucha tu intuición, protege tu propósito, el ichigo-ichie, lleva tu cuerpo a donde tu corazón quiere estar, elige diferente, el wabi-sabi, disfruta de tu solitud, ríndete al cambio que trae el caos, suelta lo que ya no te nutre, amarte es cumplirte tu palabra, brilla desde tu esencia, el wu-wei, experimenta las sincronías de la vida, comparte tu voz auténtica, brota en tu curiosidad, saborea cada momento, reconoce y abraza tu oscuridad… emprende la historia que te honre, etc.
Una vez se manifiesta el poder de la intención, por naturaleza misma de nuestra realidad, se espera que haya cierta resistencia o duda que se integrará a esta semilla conforme brota, pero justo conforme esos obstáculos se transforman hacen de esta intención algo más poderoso. Ese es un cambio clave en nuestro mindset al intencionar. Para que eso suceda, no solo se trata de escribir la intención o anunciarla al universo, se requiere encarnarla en el día a día. Reconozco la energía que representa y busco emanarla desde mi esencia, porque ya forma parte de mi. Reconozco su maleza en la incertidumbre, en mis miedos, en lo que me aferro desde el ego, y me atrevo a vivir en sus preguntas para luego alinearlas con la dirección a la que mi intención busca crecer. Le pregunto constantemente cómo traerle más nutrientes en forma de otras personas que contribuyen con su luz, con las invitaciones de mi intuición, con más prácticas y herramientas, como el diseño humano, el journaling y obviamente el mismo yoga.
¿Estas intenciones han terminado de crecer? para nada, aunque “se haya acabado su año” las sigo cultivando en mi jardín y no dejan de sorprenderme sus frutos. Algunas han crecido más que otras, unas de ellas me piden cuidarlas más de vez en cuando, otras las voy cosechando en el momento oportuno y con apertura recibo lo que me entregan. En congruencia con mis procesos voy integrándolas conmigo, dejo que sigan evolucionando, que me hablen y traigan sabiduría.
Como alinear nuestras intenciones a nuestro Dharma
Ahora bien, la intención para este 2025 va muy ligada a mi primer escrito en esta sección del viaje hacia lo infinito. Sí, el que ya vengo recorriendo meses atrás, en el que vengo aplicando las herramientas para arar el terreno fértil del que mis nutrientes se absorban de la mejor manera posible (de eso se ha tratado mi 2024). Voy soltando proyectos, mindsets, herramientas que me abruman, remuevo la maleza que no permite que mi intención brote, que no permiten que fluya en armonía y congruencia para con ella. Sigo abierto a la invitación de llevar mi cuerpo a donde mi corazón quiere estar, y elijo nutrientes que me acerquen a ello.
En este periodo de cierre de año, de cambio estacional, de agradecimiento por todo lo que vendrá en 2025, quiero llevar mi rol como sembrador de esta intención a un nuevo nivel. El agua y luz del sol que he traído recientemente para mi semilla ha sido a través de Ram Dass y lo que aprendí al leer en su libro “Paths to God”.
Él habla de que un karma yogi es aquel que reconoce primero cuál es su dharma, que alinea sus acciones en armonía y presencia con su dharma; que esas acciones son tan puras en el sentido de que no consideramos expectativas o apegos de los frutos de estas acciones. Que desde el karma yoga actuamos sin considerarnos como los actores principal de nuestras acciones, sino que estas suceden a través de nosotros como una ofrenda espontánea, intuitiva y amorosa que está libre del ego y que se entrega en tiempo y forma a la expresión de lo divino.
El dharma representa aquellas acciones que guían nuestras vidas hacia la armonía y el propósito. Es la esencia de lo que está alineado con esa fuerza divina que sostiene el amor universal y la conexión con el todo al que pertenecemos. Se manifiesta como nuestro compromiso a vivir en congruencia con nuestra verdad interna y con aquello que resuena profundamente con nuestra alma, sin temor ni apego, en confianza con esa fuerza. No es una serie predefinida de acciones correctas o reglas externas que cumplir; es el modo de ser y actuar que refleja nuestra autenticidad y que además contribuye al bienestar colectivo.
El dharma incluye nuestro propósito espiritual, la contribución que podemos dejar en el mundo y la energía que fluye desde nuestra verdad más elevada; honra nuestro ser en lo individual y nuestro rol dentro del tejido del todo. En armonía con nuestro dharma no hay necesidad de apresurar o forzar nada. La acción y los frutos llegan en el momento en que están destinados a manifestarse.
Si bien mis intenciones van alineadas a mi propósito, a mi esencia, a mi verdad interna, este 2025 busco ir más allá al purificarlas con mi fuego interno (Agni) y encarnando más que nunca mi dharma. Ligando mi intención para con mi dharma, me abro la invitación al Karma Yoga para cultivarla bajo este proceso:
Reconociendo mi Dharma: Saber que mi propósito será llevar mi intención como una herramienta para guiar e inspirar a otros. No necesitaré forzar su forma, dejaré que mis acciones se manifiesten en conexión con mi esencia y permitir que fluyan desde ahí, con energía creativa y en mis ritmos.
Actuar en Presencia: Plantar mi intención como un llamado de mi alma, atendiéndolo como una ofrenda amorosa, sin interferencia del ego. Siendo compasivo conmigo y consciente de los nutrientes que alineo con mi dharma.
No considerarme como el actor principal: Al actuar desde un lugar de desapego y servicio, me libero de la ilusión que solo yo soy el que controla cómo se darán los frutos de mi intención. Mi intención fluye a través de mí, no soy quien controla cuando o cómo brota. Continuaré dejando que mi intención crezca como Dios considere, pero esta vez desde la perspectiva de que sólo soy un canal para que se manifieste y que seré guiado en la forma en que la cuidaré y cosecharé, simplemente confiaré en que tendré los nutrientes y herramientas para hacerlo cuando corresponda.
Al reflexionar sobre el Karma Yoga, se fortalece el propósito de mi Agni no solo para iluminar, también para purificar. Me invita a quitar las malezas del jardín, a reconciliarme con mis sombras y patrones que ya no están alineados con lo que quiero manifestar. Cuando pienso en este proceso de purificación, no puedo evitar recordar cómo en el pasado he intentado forzar ciertas cosas que no estaban alineadas con mi propósito. Me esforzaba por alcanzar metas que creía que "debía" lograr, solo para darme cuenta de que no traían verdadera paz ni gozo. En el camino del Karma Yoga y de la intención, las acciones que realmente transforman, son aquellas que surgen de un lugar de apertura, ligereza y conexión con el universo. Este acto de intencionar se convierte en un acto de compasión hacia uno mismo, porque cuando decidimos plantar una semilla de esta naturaleza, también elegimos cuidarnos lo suficiente para prepararnos tanto para su crecimiento como el propio. Significa nutrirme de conexiones significativas, con prácticas espirituales y la voluntad de seguir experimentando una vida llena de vida, una vida en la que el dharma fluya a través de mí.
¿Cómo honraré mi intención este 2025?
Mi intención para este 2025 es una manifestación de mi Agni: purificarme de viejos patrones y creencias no expansivas para dejar un terreno fértil a mi fuego, y que brote el calor de mi esencia y la energía que viene a iluminar a otros. Una vez que mi intención florezca, entonces se expandirá en mi jardín y quienes lo visiten podrán inspirarse de ella y de las demás que sigo cultivando. No tengo que hacer más que honrar mis intenciones; la manera en que elija hacerlo será mi swadharma (atender un llamado a esas acciones del dharma que son únicas para cada individuo) y para ello nunca habrá prisa, todo se desarrollará en armonía y congruencia.
A medida que avance en el 2025, llevaré conmigo las lecciones de estos últimos años: la importancia de actuar desde la intención, de vivir desde mi swadharma y de confiar en que cada paso que doy está alineado con algo más grande que yo. Mientras tanto seguiré aquí, en este invierno de introspección, cuidando de mis semillas, removiendo las malezas y confiando en que todo lo que necesita crecer lo hará, en el tiempo perfecto: una postura, una respiración a la vez.
No te olvides de leer las reflexiones previas de esta serie “El Viaje hacia lo Infinito”
Un abrazo, Josh
- Namasté
Te recomiendo este Programa de 3 días con mi maestra de yoga @_andrearazo: “Como es adentro es afuera" para conectar contigo y cerrar este 2025 sembrar tus intenciones, actuar con ligereza y reconociendo tu fuego (tu Agni) para lo que se viene este nuevo año.
También te dejo estas reflexiones que publiqué anteriormente y están alineadas con el concepto explorado de la Intención:
Una carta hermosa Josh, siento todo ese amor que sientes por ti y tu camino 🫀 Qué lindo verte ahí, centrado y al mismo tiempo, dando nuevos pasos.
Que la vida te siga llenando de bendiciones ✨