Cómo llegué a dar mi 1er clase de Yoga
La relación de mi intuición con el Yoga y porqué quise diseñar mi primer clase para honrarla y compartirla.
La Relación entre mi Intuición y el Yoga
La Intuición es la voz sabia de tu cuerpo, aquella que cuida tu bienestar, la que sostiene tu fuerza de voluntad desde tu energía femenina, la que sabe qué puede provocar a tu alma a vivir en mayor libertad, amor y presencia.
Es en la escritura el espacio en el que conecto con ella, le aprendo más y en donde tiene su plataforma para expresarse fuera de mí. Más es el Yoga uno de los nutrientes esenciales para las raíces de mi escritura y no solo ello, mi entrega a esta filosofía teje los hilos de mi vida para con mi voz, mi esencia y mi divinidad.
Con la práctica de Yoga esta voz no queda reprimida por las fluctuaciones de la mente, aprendemos a escuchar y regresar a nuestro cuerpo, a estar en el aquí y ahora. Es en el balance y cuidado de la consciencia física, mental y emocional que los susurros de la intuición llegan al corazón. Escucharla es un acto que sin duda simboliza el cumplirte tu palabra.
La unión del Yoga con mi intuición tiene su origen a inicios de 2021. Como te he contado en previas reflexiones, mi cuerpo cargaba con un burnout a nivel físico y emocional que había acumulado por año y medio y que llegó a su punto más alto luego de pandemia. Elegí que ¡no más! que era tiempo de recuperar mi salud, una rutina más amorosa y darle prioridad a mi cuerpo. Le pedí a Dios, al universo que me sostuviera de nuevo y trajera a mi vida lo que me haría más bien, así como fue meses antes para “empezar de cero”, soltar todo y dar un giro de 180° a mi vida.
Al poco tiempo se manifestó la respuesta. Un nuevo punto de inflexión en mi vida llegó (el 1ro fue 7 años atrás al descubrir mi propósito en Chile) cuando mi intuición surgió como ave fénix de entre las cenizas de mi vieja versión para decirme que ahí estaba de nuevo (aunque en ese entonces no la reconociera del todo) y que con compasión estaba lista para protegerme de la manera más amorosa que en mi vida me ha enseñado. Guiado por ella, respondí a un post que subió mi maestra Andrea a un grupo privado de Facebook en el que anunció que abriría su membresía de clases online. Sin tenerlo consciente, fue en ese momento que dije un SÍ rotundo a un camino que me transformaría como nada antes lo había hecho.
Recuerdo que me presenté a mi primer clase con un tapete sencillo que compré días antes y con mucha curiosidad de cómo sería la dinámica de la sesión. Me conecté a un IG Live (privado) a las 8am donde Andrea nos fue guiando con suavidad, nerviosismo y felicidad mientras desde nuestros celulares seguíamos sus indicaciones e invitación a intencionar la clase. Obvio que ahora no recuerdo con exactitud lo qué pensé o sentí al instante en que se terminó la práctica, mucho menos porque no tenía entonces el hábito del journaling. Solo recuerdo que se sintió bien, que creí encontrar un espacio seguro e ideal para lo que requería sanar. De ahí en adelante el resto es historia, tomé cientos de clases online y presenciales con Andrea desde las que aprendí a no lastimarme, a no frustrarme, a aterrizarme, a aceptarme, a escucharme a profundidad y mucho más.
Mi intuición no se equivocó con lo que quiso mostrarme para que experimentara, sintiera e integrara. Sin saberlo entonces, ella se fortalecía con posturas (asanas) para abrir y expandir mi corazón, para traer balance a mi energía masculina y femenina, para dejar caer lágrimas de tristeza y gratitud, para volver a respirar conscientemente y canalizar energía de creación y sanación a donde mi cuerpo pidiera dentro y fuera del tapete. Varios canales se abrieron para que sus susurros protegieran mi cuerpo, para que su sabiduría llegara a donde mi mente y corazón precisaran, para que su voz se liberara con amor en la magia de la presencia.
Ya avanzado un par de años en la práctica de Yoga y habiendo explorado lecturas de oráculo, eft tapping, shadow work y diseño humano, fue en un retiro/campamento que recibí una lectura de runas nórdicas y de ahí llegó una invitación (junto con la palabra de Zåjni) a que la intuición fuera uno de mis pilares, a que compartiera de su impacto con más almas afines que buscaran una guía interna y re-conexión con su verdad interna. Solo mi subconsciente reconocía el poder de mi intuición y de las veces que me había acompañado en la vida, más desde que acepté este llamado del alma, mi relación con ella ha sido una de las que más he trabajado, de las que me ha traído más paz, fortaleza, confianza y curiosidad.
Busqué desarrollar más esta conexión desde el Yoga, que me guiara en el ritmo de mi práctica, hacia las áreas de su filosofía que valdría profundizar, que supiera cómo proteger y a la vez liberar mi voz auténtica. Con cierta disciplina y constancia fue que sus susurros se escucharon más, se prolongaban, resonaban mucho más, hasta el punto en que hace un año un nuevo punto de inflexión llegó para dar el que ha sido el salto de fe más importante en mi vida de venir a India tomar el YTT/TTC de @anan____ta.
Elegí diseñar una clase de Hatha Yoga
Y ahora estoy en este país, lleno de vida, de contrastes, de magia, de sonrisas, de espiritualidad, y más que te seguiré contando en esta serie de reflexiones. Luego de casi 50 días aquí, te puedo confirmar que mi intuición ha sido mi salvavidas, mi fuente de confianza, mi nutriente de abundancia y creatividad. Y el Yoga una fuerza de amor que me conecta con ella, con mi cuerpo y mi esencia más pura.
Desde que me inscribí a la certificación sabía que una de las actividades clave como parte del teacher training sería impartir una clase de Yoga. Según yo, no me iba a poner nervioso darla porque pues el pánico escénico o pararme a exponer frente a una audiencia grande o pequeña nunca ha sido problema. Pero sucedió lo contrario, porque así es la vida (y también Andrea) que te invita a salir de tu zona de confort de imprevisto para atreverte a experimentar cosas nuevas.
En un breve ensayo (días antes de dar formalmente mi clase) me tocó dirigir lo más básico: Saludos al Sol. Y con toda vergüenza te confieso que se me borró el cassette jaja! aún con todos los años había practicado se me fue de la mente lo que tenía que decir o guiar. Sentí que mi habilidad para improvisar o dirigir una clase/taller/junta/conferencia se había perdido y se fue lejos a divertirse para verme con mis nervios dando la mini-sesión y riéndose de mi voz e intentos de comunicar con naturalidad lo que mi cuerpo bien ya tenía dominado.
No me creí estar en esa situación, más no me lo tomé personal, solo me sorprendí del hecho. Si me dio pena para con Andrea jaja ya que he sido de sus alumnos más constantes y que he estado con ella desde que empezó a dar sus clases. Obvio que lo platicamos y pues le comenté de este sentir y pues le agradecí por su impulso, porque un día antes me había dicho que podría pasar, pero así son las sorpresas.
Ese ensayo fue tan solo un recordatorio de lo importante que sería el momento de impartir mi clase, y no para satisfacer mi ego o sentirme orgulloso de lo que ya traía en mente que sería el diseño de mi clase, sería relevante porque enfrente de mí estarían personas que eligen practicar conmigo, que están abiertas a que les guíe, a vivir una experiencia de conexión para con su cuerpo, mente y alma. Es una responsabilidad tremenda y de la que me sentiré siempre honrado de tenerla.
Para impartir la clase teníamos dos opciones de estilo de Yoga a elegir: Ashtanga-Vinyasa y Hatha Yoga. El primero ya con una secuencia establecida, con mucho fondo desde la filosofía que venimos a aprender en este país y que además estuve practicando cada mañana desde el inicio de la certificación. La segunda más flexible en su secuencia y a la vez combina, desde mi punto de vista, tanto equilibrio como reto y de ahí mayor bienestar e interiorización.
En Ashtanga la práctica es estructurada con un orden de asanas que seguir y un ritmo definido por ti o por quien guía; esto para para el diseño de la clase lo vi complicado para la integración de mi narrativa personal y llevar un ritmo no tan marcado. En cambio en Hatha sé que podría lograrlo y sutilmente integrar un mensaje que y adaptar la clase para jugar con mi creatividad y expresar en múltiples formas aquello que deseaba transmitir.
Ofrecer una sesión que ya estuviera predefinida como en Ashtanga hubiera sido “sencillo” para mi examen. Sentí que al ingeniero que soy le viene bien seguir ese proceso y tendría que preocuparse de menos. Pero si ya me conoces bien, sabes que actúo desde lo contrario. Si no hay lugar desde el cual no pueda contar una historia entonces ahí no me resuena y sé que no genero el impacto que deseo provocar. Así que la elección era muy clara y sería desde el estilo de Hatha Yoga.
Me anunciaron con dos días de anticipación mi fecha y hora de clase. Y aunque sí tenía visualizada mi clase tanto en su intención como en dinámica de meditación e interacciones, no tenía aún diseñada la secuencia de asanas y cómo introduciría mi relato en ella. Así que iba un poco a contra reloj. Pero en vez de elegir la vía del estrés y ponerme a estructurar todo al máximo detalle, preferí fluir en el día a día e ir bajando a mi libreta lo que fuera necesitando, tomando en cuenta que si dejaba ciertas cosas a últimas horas tendría todo más fresco.
Así que mi proceso del diseño fue como el de mi escritura intuitiva: aprovechar cada momento para inspirarme e ir integrando lo que quería expresar. Aproveché a bajar ideas (con o sin libreta) mientras platicaba con mis hermanas en un café, visitamos un ashram, salíamos a visitar a nuestros amigos de las tiendas del cliff, o festejamos un cumpleaños. Sabía perfectamente que no quería diseñar la clase desde una presión agobiante y más desde una calma, que no quería hacerlo desde la urgencia ni preocupado y más desde la ligereza, que no quería que fuera algo simple sino profundo. Y para una noche antes ya lo tenía todo más claro. A la mañana siguiente, a primera hora, me levanté para terminar de poner en libreta todo lo que imaginé que sería mi clase, tanto en dibujitos como en discursos.
Supe que había honrado mi proceso y que además lo había hecho distinto a los cientos de talleres o capacitaciones que he dado ya sea con tanta preparación o de improvisto. Diseñé esta clase tal como con mis reflexiones, episodios de podcast, mis lecturas de diseño humano: donde sí hay un plan, orden o análisis previo pero en especial resalta mi intuición, un corazón abierto, y el brillo de mi esencia. Y como resultado encontré que puedo expresar mi voz auténtica desde un nuevo formato: la de una Clase de Yoga. Y obviamente, esta clase no podría tener otra temática que la de honrar y compartir acerca de la Intuición.
¿Cómo fue impartir una clase para Escuchar nuestra Intuición?
La clase empezó sentadxs y con los tapetes en media luna. Al saludarles les compartí lo que para mí significa la intuición y les pedí que me dijeran lo que para ellas representa y la relación que tienen con ella. Luego les mencioné que la intención de la clase sería que conectáramos con ella, con ese sentir compartido y que le abrieramos camino para que desvaneciera nuestros bloqueos y halláramos la claridad que buscábamos para tomar decisiones alineadas luego del YTT/TTC.
Para intencionar esto, no habría manera mejor que con el Mantra de Ganesha. Lo cantamos 3 veces para que la clase fluyera desde la paz y confiando en que se abriría la ruta para escuchar esta voz y verdad interna. Para adornar el momento reproduje de fondo la versión que canta Caro Pérez y que te dejo aquí en Spotify.
Una vez lo recitamos procedí a indicar el calentamiento, al que también enfaticé que nos serviría para permitirle al cuerpo sentir esa seguridad y confianza para encontrarse con nuestra intuición.
Aún sentados en el tapete hicimos los siguientes ejercicios:
5 Giros de cabeza, de manos, de hombros, de tobillos c/u. 3 estiramientos para alcanzar puntas de pies. 10 seg de torsión de abdomen con rodilla doblada y plantada (alternando cada lado), 3 desplantes con ambas piernas, 10 sentadillas, 10 seg de brincos con giro de cadera, 5 seg de stretch up x 3.
Una vez listxs física y energéticamente, iniciamos la práctica de las asanas para iluminar el camino y despertar nuestra consciencia con el movimiento:
Surya Namaskara A (Saludos al Sol) x 3
Chandra Namaskara (Saludos a la Luna) x 3
Trikonasana (Postura del Triángulo) (ambas piernas)
Garudasana (Postura del Águila)
Natarajasana (Postura del Bailarín)
Uttkatasana & Druta Uttkatasana (Postura de la Silla)
Marjariasana A & B (Posturas de Vaca-Gato)
Vyaghrasana A & B (Posturas del Tigre)
Plancha y Piernas hacia delante.
Janu Shirsasana (Postura de Cabeza a Rodilla) (ambas piernas)
Arda Matsyendriyasana (Postura del Medio Pez) (torsión en ambos lados)
Plancha → Makarasana (Postura del Cocodrilo)
Dhanurasana (Postura del Arco)
Balasana (Postura del Niño)
Padottanasana A, B & C (Acostados, piernas hacia arriba 90°,45°,20°)
Matsyasana (Postura del Pez)
Chakrasana (Postura de la Rueda)
Paschimottanasana (Postura de la Pinza)
Shavasana (Postura del Cadáver)
Estoy consciente de que en esta secuencia no te voy indicando tiempos, pero si te puedo decir que el Shavasana duró 5 minutos, y ahí aproveché para tocar mi happy drum al oído de cada una de mis alumnas. La primer razón de esto fue para honrar el ritmo en que la voz de mi intuición se expresó durante el YTT a través del poder del sonido y la segunda razón es que con la música es como mejor lo podría haber transmitido a ellas sin necesidad de decirles palabras para guiar su meditación.
Antes de terminar su relajación en esta postura, les pedí que cantaran un AUM, el bija mantra para el Chakra del Ajna y al que se le asocia con la intuición, mayor claridad mental y el punto de entrada a una consciencia espiritual. Lo peculiar fue que les pedí a cada una que primero dijeran una letra cada quien, y las fui guiando para que al final todas juntas en armonía pronunciaran el sonido completo. La unión de sus voces creo fue mágica, y sé que les conectó a ellas en ese instante.
Luego les pedí sentarse en Sukhasana (Postura Fácil) para hacer nuestra práctica de Nadi Shodhana Pranayama para preparar nuestra respiración y energía al Chanting del Gayatri Mantra. Sí, el que te conté que ha sido clave desde hace meses para liberar mi voz auténtica. Si bien mis alumnas aún no lo tenían memorizado, la invitación que les hice fue a sentir cómo el mantra ilumina el camino de las decisiones a tomar; con su intuición, elegir diferente e ir por esas posibilidades más claras y aha! moments que les hubieran llegado en clase.
Repetí el Gayatri Mantra 3 veces con ojos cerrados y dejándome llevar por lo que en la magia de la presencia quise expresar desde el corazón. Adelantándome un poco, luego me dijeron que mi chanting fue muy hermoso y que se sintió que llenó de energía tanto nuestro espacio como el del shala. Lo cual me sorprendió y me quedé con el deseo de haberlo grabado, porque sí sentí que fue un momento único en el que mi voz no se expresó de mi garganta, sino desde el corazón.
Terminamos la clase con un OM Shanti, Shanti, Shanti.
¿Cuál fue la retro?
Y de ahí en adelante todo fue sonrisas y gratitud, desde las cuales también recibí la retro de mis alumnas a quienes les encantaron las interacciones diseñadas con ellas como la intro y el Shavasana, también las palabras con las que iba relatando acerca de la intuición y su relación en ciertas asanas, así como el tono de mi voz. Andrea también contribuyó, claro que se tenía en cuenta que era la primera vez que impartía clase y que aún me queda mucha experiencia que ganar en ello. Más sus sugerencias fueron muy constructivas y siempre bien recibidas.
En lo que podría mejorar, está que:
Cuidar ciertas transiciones en algunas posturas para que no se sintieran un poco bruscas al hacer el cambio (ya hice correcciones en la secuencia que enlisté), recomendaciones de cómo llevarlos a ellas para evitar lesiones (ej: en Natarajasana), recordar de observar más, y no solo dar ejemplo, a mis alumnas para darles ajustes verbales y asegurarme que sigan las instrucciones, guiar más las respiraciones, así como las entradas y salidas en cada asana.En lo que me felicitó, fue:
Que di una gran introducción y estuvo buenísimo que invitara a mis alumnas a participar. Que mi esencia estuvo en cada parte de la clase, desde la creativa con el happy drum y el chanting del AUM como al guiar la clase con el poder de mis palabras para conectar el tema de la intuición con la secuencia diseñada. Que sintió también un reflejo de lo que son sus clases en la que yo diseñé —claro, porque estuve inspirado en ellas desde siempre.
¿Qué sigue?
La experiencia de dar una clase de yoga fue única y de las más significativas vs cualquier otro taller, webinar, clase o conferencia que he dado. Tal vez sólo comparable con esas veces que de mi primer clase de innovación social a emprendedores locales en Santa Cruz (Chile) o el primer workshop del mismo tema a universitarios de Ciudad Obregón (México), Porque hubo esa misma sensación de preparar y dar la sesión con: una emoción de principiante, un deseo de entregar algo único, una consciencia de dejar una huella en otrxs, una confianza de estar alineado a mi propósito, y con la compañía de seres que amo. Además de ser recibida con tanto cariño, curiosidad y sonrisas de vuelta.


En mi vida he tomado distintos roles profesionales desde mi vocación, pasión y propósito, más ahora me siento alineado a experimentarlos y dejar más impacto como emprendedor consciente, escritor, mentor, sanador de negocios, lector de diseño humano y porqué no a futuro: compositor. Más estoy convencido que maestro de yoga será un rol que significa mucho para mí y que se quedará por mucho tiempo. ¿Qué tan pronto hacerlo? es algo que ya platiqué con Andrea y con algunas de mis hermanas, sobre que tal vez en el último trimestre de 2025 (tal vez ya estando en México) pueda entregarme a ella como una vocación.
Sé que la línea a seguir podría ser en hatha, vinyasa, yin o restaurativo. Lo que sí tengo claro es que me encantaría ponerme al servicio de personas que perciben en el yoga un llamado a integrarlo en su vida, tal como te conté que me pasó a mí.
Personas que quieren volver a escuchar su cuerpo, que han llegado a ese burnout físico y emocional y quieren accionar diferente, que eligen su bienestar por sobre el ritmo que otros les imponen, que quieren descubrir que sí pueden ser flexibles y fuertes dentro y fuera del tapete, que ven el balance en su vida no como un punto o estado final sino que comprenden que también hay una polaridad y dualidad que navegar cada día. Personas que más allá de ser disciplinadxs o constantes con su práctica, sepan que se sienten acompañadxs por otrxs desde el origen de sus dolores y sus anhelos. Que sepan que en mí también encuentran el reflejo de un eterno estudiante que aún trabaja en sus propias limitantes físicas, emocionales o energéticas guardadas o resentidas en rodillas, psoas o bloqueos de chakras; que podré estar presente en sus propios procesos y que puedan preguntar del mío. Personas que estén abiertas a recibir el yoga en su corazón y luego compartirlo con amor a otrxs que vayan a empezar también su propio camino.
Si bien, ya tengo muchas herramientas para hacer singulares e inspiradoras mis clases y que aproveché esta experiencia en India para adentrarme en la filosofía, aprender de su origen y conexión con lo divino, comprar más literatura, etc. pues me queda mucha experiencia que ganar. En parte para lograrlo es seguir siendo alumno, pero en especial es ponerme ahí de vuelta, es decir, diseñando más clases y buscar esos espacios para brindarlas y evolucionar mis habilidades y enseñanza.
Hoy (viernes 21 de marzo) acaba mi viaje en India. Cómo sabes queda muuucho que contarte, entre ellas mi reflexión final de esta certificación, la historia de mis tatuajes y cada lección de los destinos que visité en el norte de este país que me enseñó tanto pero en el que ya cumplí mi ciclo de crecimiento (al menos ahora).
Inicia la primavera y creo que esta carta también viene bien a ello, porque en invierno se plantó esta semilla, más ahora toca brotar y florecer como maestro de yoga. Para que en el resto del año se sigan dando los frutos de este YTT/TTC que seguramente traerán mucho más aroma, sabor, nutrientes y sueños en mi ruta auténtica y por tanto en este viaje hacia el infinito.
Te escribo próximamente desde Vietnam…
Om Gam Ganapataye Namaha.
- Josh.
Leo esto con los ojos llenos de lagrimas🥹, gracias Josh por compartir tu proceso y no solo eso, por compartir tu corazón, tus miedos, tus sueños ... eres valiente !!! De verdad que cada una de tus palabras le ha dado a mi alma un poco de guía, ya que en estos días me he hecho muchas preguntas que no he respondido y creo que la vida me esta hablando a través de lo que leo, escucho y hoy, a través de ti!𓁺☺️ Felicidades, este es el inicio de tu nueva etapa... y que inicio!!!!!☼